Según datos de la OMS en 2016, el 39 % de las personas adultas de 18 o más años tenían sobrepeso, y el 13 % eran obesas. Desde los años 70 se ha triplicado en todo el mundo. La mayoría de la población mundial vive en países donde el sobrepeso y la obesidad se cobran más vidas de personas que la desnutrición.
Se define como una enfermedad en la que el exceso de grasa corporal acumulada puede afectar negativamente a la salud.
Los indicadores más utilizados en la práctica clínica para determinar el grado de sobrepeso son el IMC (índice de masa corporal) en adultos que relaciona el peso con la talla o el perímetro de cintura que nos informa sobre la presencia de grasa abdominal.
La presencia de obesidad se asocia a mayor riesgo de contraer enfermedades no transmisibles, a destacar:
Por lo tanto, esta entidad se podría considerar una enfermedad crónica. Actualmente es un problema de salud pública, tanto por su gran prevalencia como por sus consecuencias sobre la morbilidad, mortalidad y la calidad de vida.
Las causas más frecuentes de esta patología son el incremento de la ingesta de alimentos (fundamentalmente productos con alto contenido en azúcares y grasas refinadas) asociado a un estilo de vida sedentario o disminución de la actividad física, lo que da lugar a alteraciones en el balance energético y alteraciones metabólicas del tejido adiposo.