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Cuando el estrés viene para quedarse

Empecemos por lo fácil: ¿cómo definimos el estrés? En 1936 el British Journal Medicine publicó un artículo en el que se introducía este nuevo concepto a través del síndrome de adaptación general (SAG). Este lo definía como reacciones inespecíficas del organismo ante un estímulo molesto o nocivo (factor estresante) y el esfuerzo que genera superarlo o adaptarse a él.

Sí, somos seres únicos y, sin embargo, este artículo describió la respuesta a esos estímulos estresantes en tres fases comunes a la mayoría de los mortales: reacción, resistencia y agotamiento. En primer lugar, recibimos la alerta y, seguidamente, nos preparamos para hacer frente a la situación adversa. Si esta persiste y no somos capaces de ponerle fin en 1-3 meses, pasamos a la tercera fase. En esta, el organismo se encuentra exhausto y agotado por lo que se producen daños graves que alteran nuestras funciones vitales.

El autor del artículo citado es Hans Selye, considerado el padre del estrés. Este doctor austrohúngaro publicó gran cantidad de estudios científicos sobre el estrés y sentó las bases del concepto actual aplicado al campo de la salud. No obstante, sus hallazgos no estuvieron exentos de curiosidades. A pesar de hablar siete lenguas y haber desarrollado gran parte de su carrera profesional en Estados Unidos y Canadá, en 1936 no dominaba a la perfección la lengua inglesa.

Esta es la causa por la que hablamos de estrés o stress en vez de strain, el término en inglés que mejor se ajusta a ideas como presión, tensión y saturación, tal y como el propio Selye reconoció años más tarde.

El origen y las causas: estrés y angustia ¿frutos de un círculo vicioso?

Hoy en día la comunidad científica aboga por definir el estrés como un proceso dinámico en el que influyen factores internos, externos y la interacción de ambos: el individuo, sus circunstancias y su interpretación y respuesta a las mismas. En este marco teórico, el estrés estaría determinado por una situación «excesiva» para el individuo, que no dispone de los recursos necesarios para superarla.

Estrés
En los años 80, Lazarus y Folkman definieron el estrés psicológico como el "resultado de una relación particular entre el individuo y el entorno que es evaluado por este como amenazante o desbordante de sus recursos y que pone en peligro su bienestar". / Hifas da Terra


1. El estrés envejece

El estrés crónico favorece la oxidación celular, contribuye a elevar los niveles de presión arterial y puede dar lugar a situaciones de ansiedad y depresión. Entre los estragos sobre la salud derivados del estrés, destaca el potencial que tiene para dañar la respuesta inmune, tal y como recoge un metaanálisis de 2006 basado en 300 estudios científicos previos.

En la medicina tradicional se han utilizado sustancias adaptógenas para contrarrestar los efectos bioquímicos y emocionales asociados al estrés. El metaanálisis citado y numerosas publicaciones recientes avalan el uso de adaptógenos, describiendo su actividad concreta ante factores asociados al estrés.

Los hongos que presentan propiedades de control y alivio en caso de estrés son el Ganoderma lucidum (Reishi), el Cordyceps sinensis y el Hericium erinaceus (Melena de león). En general, los triterpenos y polisacáridos presentes en estas especies han demostrado:

  • mejorar el estado de ánimo
  • reducir el cansancio
  • reducir la incidencia de enfermedades
  • favorecer una mayor longevidad




El cansancio, la irritabilidad y otras consecuencias del estrés

Desde una perspectiva psicológica, el estrés laboral, por ejemplo, tendría el siguiente recorrido: si estás bajo presión en tu trabajo, podrías reaccionar trabajando más horas. Debido a ello, sentirías más cansancio y te costaría más lidiar con tus obligaciones diarias. Esta frustración podría derivar en el consumo de más cafeína, tabaco, alcohol... o en la necesidad de recurrir a sustancias que te ayuden a dormir. Este ejemplo nos ayuda a comprender el alcance de una situación estresante, las consecuencias que tiene el estrés sobre la salud de las personas. Sin embargo, la predisposición al estrés o la tolerancia al mismo dependen de cada individuo.

Tal y como veremos en las siguientes líneas, una respuesta negativa ante una situación adversa y la cronificación de la tercera fase descrita por el Dr. Selye pueden tener graves consecuencias sobre tus funciones vitales. A continuación veremos sus efectos en cinco puntos críticos y analizaremos las sustancias naturales que pueden ayudar a combatirlo.


2. ¿Te duele la cabeza? ¿No consigues dormir?

Aunque pueda resultar sorprendente, el estrés es un disparador común del dolor de cabeza y las migrañas. Muestra de ello son los resultados de un estudio realizado en 1997 en el que se evidenció esta relación en el 50-70 % de los participantes.



3. La conexión entre cerebro y sistema digestivo

Hace años que sabemos que las conexiones entre nuestros sistemas nervioso y digestivo tienen más implicaciones de las jamás podríamos haber imaginado. No en vano, se habla de que los intestinos son nuestro segundo cerebro.

En estos momentos sabemos que el estrés está implicado en el desarrollo del síndrome de intestino irritable, que se caracteriza por el estreñimiento y /o diarrea, el dolor abdominal y la hinchazón.

La capacidad antiinflamatoria del Reishi puede contribuir a controlar los trastornos digestivos comunes, pero también su capacidad sedante ya que, como demuestra un estudio de 1991, los pacientes con problemas digestivos responden al tratamiento común utilizado en casos de estrés.

En los trastornos intestinales se suele dar una desregularización de la microbiota o flora intestinal. Al respecto, se ha demostrado que compuestos presentes en la Melena de león pueden ayudar a recuperar el equilibrio intestinal.

Una de las sustancias de interés de este hongo son las hericenonas. Su peculiaridad está en que son capaces de promover la formación de neuronas (neurogénesis) y este proceso está directamente relacionado con efectos antidepresivos y ansiolíticos. El efecto de estas sustancias se evaluó en un estudio científico en el que participaron 30 mujeres de edades próximas a los 41 años, todas aquejadas de diferentes males. La conclusión evidenció que la Melena de león puede reducir la ansiedad y la depresión.

Una de las sustancias de interés de este hongo son las hericenonas. Su peculiaridad está en que son capaces de promover la formación de neuronas (neurogénesis) y este proceso está directamente relacionado con efectos antidepresivos y ansiolíticos.



4. Las hormonas y el cansancio, más relacionados de lo que creías

Según los expertos, el estrés también podría estar relacionado con el hipertiroidismo ya que, en situaciones de estrés, segregamos sustancias glucocorticoides que podrían favorecer desequilibrios en la respuesta inmunitaria y aumentar los niveles de interleucinas (factor común de las enfermedades autoinmunes). En este sentido, sabemos que los compuestos triterpenoides de Ganoderma lucidum tienen una potente actividad inmunomoduladora y pueden repercutir en la producción de anticuerpos.

Por su parte, las cualidades del Cordyceps como regulador endocrino han sido recogidas en un ensayo a doble ciego. De este se desprende que este hongo ayuda a normalizar los efectos fisiológicos del estrés en las tiroides y otras glándulas endocrinas.



5. El estrés… directo al corazón

El estrés aumenta el riesgo a tener la presión arterial alta, un factor común en las enfermedades cardiovasculares. Si bien no es la causa directa de la hipertensión, su presencia sí aumenta el nivel de catecolamina, cortisol, vasopresina, endorfina y aldosterona; hormonas relacionadas con el aumento de la presión arterial. Los resultados del estudio Interheart demostraron que aquellos individuos que informaron de «estrés permanente» tenían más probabilidades de sufrir un ataque cardíaco.



Resumen

Para contrarrestar estos efectos, resulta interesante conocer los compuestos del Reishi y del Cordyceps. En estos hongos medicinales se han identificado polisacáridos, con demostrado efecto hipolipidémico, hipotensivo y antitrombótico, y otras sustancias cardiotónicas. Si quieres saber más sobre estos hongos medicinales, visita la sección APRENDE de nuestra página web.


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