Vitaminas para la astenia primaveral

Cuando la fatiga ataca, es el momento de recurrir a remedios naturales para recuperar tu energía y vitalidad. Entre las opciones disponibles, las vitaminas destacan como verdaderas aliadas para nuestra salud en general. En particular,  la vitamina B12 es importante para apoyar el metabolismo energético y combatir la fatiga. Según la evidencia:

• La deficiencia de vitamina B12 está relacionada con síntomas de fatiga, debilidad y falta de energía. 
• La suplementación con vitamina B12 mejora los niveles de energía y combate la sensación de cansancio, particularmente en poblaciones con riesgo de deficiencia. 

• La deficiencia de vitamina B12 puede disminuir la resistencia, ya que está involucrada en la producción de glóbulos rojos y la oxigenación muscular.  También se asocia con mayor riesgo de sarcopenia y menor masa muscular en adultos mayores. 
• La suplementación con vitamina B12 provocó una mejora significativa de la fuerza y la calidad muscular en personas mayores.

Además, las vitaminas C y vitaminas D son esenciales para mantener unos niveles óptimos de energía, especialmente cuando nos falta exposición al sol durante los meses de invierno. 

No nos cansaremos de repetirlo, pero un cambio en el estilo de vida y la actividad física son beneficiosos para los problemas de fatiga, ya sea en paralelo con el tratamiento o no.

 

 

¿Que tomar para la astenia primaveral?

Los complementos alimenticios elaborados a partir de hongos puros y  vitaminas representan un enfoque nuevo para elevar nuestros niveles de energía. Entre ellos, el hongo Cordyceps destaca por los estudios realizados sobre el rendimiento físico. Algunos estudios han demostrado que el Cordyceps puede aumentar la concentración de ATP, la principal fuente de energía utilizada por los músculos.

Además, la suplementación con Cordyceps durante tres semanas se asoció con una mejora significativa del consumo máximo de oxígeno y de la resistencia al ejercicio. Estos resultados convierten al Cordyceps en un aliado de elección para aumentar la energía y eliminar el cansancio.

ADAPTÓGENOS NATURALES Y PREBIÓTICOS

Además de estos efectos específicos en estudio, el Cordyceps contiene beta-glucanos, sustancias que han demostrado su capacidad para fomentar la inmunidad. Asimismo, este hongo en particular se considera una sustancia adaptógena, es decir, es capaz de favorecer una respuesta adaptativa al estrés y las emociones. 

GINSENG... ¿siberiano?

El mundo de los adaptógenos naturales es realmente fascinante. En este plano seguro que has escuchado hablar de la ashwagandha y, de forma más reciente, del ginseng siberiano. Este último, cuyo nombre científico es Eleutherococcus senticosus, destaca por su contenido eleuterósidos y polisacáridos que determinan un efecto adaptógeno y no excitante como ocurre con el ginseng tradicional (Panax ginseng), la cafeína, etc.

COENZIMA Q10

Esta sustancia es sobradamente conocida por tener un papel clave en la oxidación: actúa como antioxidante reduciendo el estrés oxidativo. No obstante, no es su único plus a la hora de tomarlo en forma de suplemento. Su rol también es clave en la producción de energía intracelular ATP.

Asimismo, varios ensayos clínicos han mostrado que la suplementación con Coenzima Q10 puede reducir la fatiga física y mental, especialmente en personas con niveles bajos de energía por causas médicas (fibromialgia, COVID, enfermedades mitocondriales, fatiga crónica o por envejecimiento).

La fatiga: uno de los principales síntomas

Para empezar, veamos uno de sus signos más evidentes: la fatiga persistente. Puede que recuerdes esa sensación de vacío que mencionábamos antes, como si te estuvieran absorbiendo la energía incluso antes de empezar el día. Pues bien, ahí es donde entra en juego la fatiga. Es como la sombra de la astenia, que te acompaña allá donde vayas. Aunque creas que has dormido bien, persiste, te aletarga y te impide recuperar tu vitalidad habitual.

Esta fatiga no es solo un pequeño bajón después de un día ajetreado; es mucho más profunda, tocando tanto tu cuerpo como tu mente. Puede hacer que las tareas más sencillas parezcan insuperables y afectar significativamente a tu estado de ánimo. Es un recordatorio constante de que algo va mal, de que tu cuerpo necesita atención y cuidados para recuperar el equilibrio.

Cuándo preocuparse por la astenia: los diferentes tipos

Tener fatiga que persiste es una cosa, saber cuándo se convierte en preocupante es otra. De hecho, la fatiga puede ser síntoma de varias enfermedades, algunas más graves que otras.

Entre los diferentes tipos de fatiga:

• En primer lugar, existe fatiga reactiva, que se produce en respuesta a un acontecimiento estresante o a un cambio de rutina. Suele ser temporal y desaparece una vez resuelta la situación estresante.
  
• Luego está la psicoastenia, que se caracteriza por una intensa fatiga mental, a menudo asociada a ansiedad o depresión. Esta forma de fatiga puede ser especialmente incapacitante y requiere una atención especial.
  
• También puede ser un signo de enfermedad crónica enfermedad subyacente, como diabetes, hipotiroidismo o incluso cáncer. En algunos casos, puede estar relacionado con la ingesta de sustancias tóxicas o medicamentos, lo que requiere una valoración médica inmediata. Por lo tanto, es fundamental reconocer los signos de fatiga anormal y consultar a un profesional sanitario si le preocupa su nivel de fatiga, especialmente si persiste a pesar del descanso y de la adopción de medidas de autocontrol.

Un caso especial: el síndrome de fatiga crónica

Entre los distintos tipos de fatiga, el síndrome de fatiga crónica (SFC) ocupa un lugar único y a menudo incomprendido. Esta compleja afección se caracteriza por una fatiga intensa y persistente, que generalmente no mejora con descanso y que puede agravarse con la actividad física o mental.

Las personas con SFC también pueden experimentar otros síntomas como dolor muscular y dolor articular, dolores de cabeza, alteraciones del sueño y dificultad para concentrarse. Aunque las causas exactas del SFC no se conocen del todo, se acepta ampliamente que se trata de una afección multifactorial que implica disfunciones del sistema inmunitario, el sistema nervioso y el sistema endocrino. El diagnóstico del SFC suele ser difícil debido a la falta de pruebas específicas, lo que puede dar lugar a retrasos en la atención y a malentendidos por parte de quienes le rodean.

Sin embargo, el reconocimiento precoz de los síntomas y un enfoque global de tratamiento centrado en el manejo de los síntomas pueden ayudar a mejorar la calidad de vida de las personas con esta enfermedad discapacitante.

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¿Qué causa la astenia?

La astenia puede tener diversos orígenes, pero a menudo es el resultado de un desequilibrio entre las exigencias de nuestra vida cotidiana y nuestra capacidad para afrontarlas.

Esta fatiga persistente puede deberse a varios factores, entre ellos:

• estrés crónico,
• falta de sueño,
• dieta desequilibrada,
• condiciones médicas subyacentes como anemia o hipotiroidismo,
• problemas psicológicos como ansiedad o depresión.
• Además, cambios hormonales, infecciones víricas o bacterianas, así como
• tomar ciertos medicamentos también puede contribuir a la aparición de astenia.

Sin embargo, es importante reconocer que la astenia puede ser el resultado de una combinación de estos factores y requiere una evaluación exhaustiva para identificar la causa subyacente. Al comprender los orígenes de nuestra fatiga, podemos orientar mejor los enfoques terapéuticos y adoptar estrategias eficaces para recuperar nuestra energía y vitalidad.

En resumen...

Ante la astenia, es fundamental reconocer las señales que nos envía nuestro cuerpo y responder adecuadamente. La fatiga persistente puede ser síntoma de diversas afecciones, como estrés, agotamiento, trastornos emocionales o enfermedades subyacentes. Para tratarlas, es importante adoptar un enfoque holístico combinando remedios naturales como vitaminas y hongos, con prácticas de bienestar como meditación y ejercicio físico. El apoyo de un profesional puede ser necesario para identificar y tratar las causas profundas de la astenia. Cuidando nuestro cuerpo y nuestra mente, podemos gestionar mejor la fatiga y recuperar nuestra energía.